Y no es que cuando estás a su lado no lo sepas, que también, sino que la necesidad y las ganas de abrazarle aumentan muchísimo cuando estás lejos, tanto que incluso podría decirse que se multiplican por diez mil.
Me gustaría que estuviese aquí, a mi lado, dándome esa seguridad y esas ganas de sonreír que solo él es capaz de darme. Abrazándome y susurrándome al oído que todo irá bien. O haciéndome cosquillas y elevándome a las nubes como solo él sabe.
Con la distancia te terminas dando cuenta de que si por ti fuese, no te separarías de esa persona ni un solo segundo.
Y es que lo necesito, aquí allí o en la Conchinchina.
Y lo quiero, eso es un hecho.